Los métodos de traducción fueron evolucionando a lo largo de su historia. Al principio la traducción requería el uso de varios traductores, que iban pasando del árabe al latín vulgar ypor fin al latín culto, derivando el proceso hasta llegar a tiempos de Alfonso X, quién potenció la utilización de sabios polígotas (que hablaban varios idiomas) para una traducción final encastellano.
No se conocen muchos de los traductores y eruditos que trabajaron en Toledo durante esos siglos (durante la Edad Media las obras casi nunca eran firmadas por sus responsables, así que no hay apenas registros de estas personas), pero unos cuantos nombres consiguieron atravesar la barrera de los años y llegar hasta nuestros días: Gerardo de Cremona, Domingo Gundisalo, Abraham Alfaqui, el judío converso Juan Hispano o incluso el inglés Abelardo de Bath y el alemán Hermann el Dálmata contribuyeron a la distribución de los grandes descubrimientos clásicos y modernos por toda la Europa medieval.
Los beneficios culturales de la Escuela de Traductores fueron inmensos. Los textos de los grandes filósofos y científicos griegos que se habían quedado en Bizancio y que fueron asimilados por los musulmanes a medida que éstos iban conquistando el imperio fueron puestos a disposición de la universidades de Europa Occidental, que habían quedado aisladas de los núcleos
de Asia Menor durante toda la edad media. Los musulmanes tradujeron, conservaron, comentaron y complementaron dichas obras y a través de Toledo toda esta corriente cultural llegó a Europa. De esta forma llegaron a las universidades europeas tratados de filosofía como los de Aristóteles, Avicena o Alfarabí, libros de medicina como el Canon de Avicena, los libros de Averroes y el Arte de Galeno y la astronomía, la astrología y las matemáticas se enriquecieron igualmente al ser traducidas las obras de Al-Razi, Ptolomeo o Al-Jwarizmi.
No se conocen muchos de los traductores y eruditos que trabajaron en Toledo durante esos siglos (durante la Edad Media las obras casi nunca eran firmadas por sus responsables, así que no hay apenas registros de estas personas), pero unos cuantos nombres consiguieron atravesar la barrera de los años y llegar hasta nuestros días: Gerardo de Cremona, Domingo Gundisalo, Abraham Alfaqui, el judío converso Juan Hispano o incluso el inglés Abelardo de Bath y el alemán Hermann el Dálmata contribuyeron a la distribución de los grandes descubrimientos clásicos y modernos por toda la Europa medieval.
Los beneficios culturales de la Escuela de Traductores fueron inmensos. Los textos de los grandes filósofos y científicos griegos que se habían quedado en Bizancio y que fueron asimilados por los musulmanes a medida que éstos iban conquistando el imperio fueron puestos a disposición de la universidades de Europa Occidental, que habían quedado aisladas de los núcleos
de Asia Menor durante toda la edad media. Los musulmanes tradujeron, conservaron, comentaron y complementaron dichas obras y a través de Toledo toda esta corriente cultural llegó a Europa. De esta forma llegaron a las universidades europeas tratados de filosofía como los de Aristóteles, Avicena o Alfarabí, libros de medicina como el Canon de Avicena, los libros de Averroes y el Arte de Galeno y la astronomía, la astrología y las matemáticas se enriquecieron igualmente al ser traducidas las obras de Al-Razi, Ptolomeo o Al-Jwarizmi.
Además, las obras de los científicos y filósofos musulmanes atrajeron la atención de sabios deseosos de estudiar esos libros que ya estaban a su disposición, y Toledo se convirtió en lugar de peregrinaje de eruditos de toda Europa. El castellano fue obligado a desarrollarse para ser capaz de abordar la cantidad, calidad y variedad de temas científicos, culturales y filosóficos que pasaron por Toledo, enriqueciendo su léxico mediante arabismos y agilizando su sintaxis, abandonando por fin su status de lengua vulgar y convirtiéndose en un idioma apropiado para la difusión del conocimiento, desplazando en gran medida al latín para esta tarea.
Gracias a proyectos como la Escuela de Traductores de Toledo, se conservó, difundió y perfeccionó el conocimiento y la cultura; que deben estar abiertas a toda aportación verdaderamente benéfica al desarrollo personal y social del ser humano, y se contribuyó de forma notable al abandono del oscurantismo propio de la Edad Media para entrar cada vez más en un período de florecimiento cultural y científico que desembocaría en el Renacimiento.
Firmado: Bobby
Fuente: En la Tercera Dimensión
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