Las traducciones juradas son documentos públicos, y como tales deben presentarse en una calidad que permita el uso frecuente de las mismas como si fueran escrituras públicas.
También deben presentarse en un papel que no sea traslúcido y que no absorba la tinta de los sellos del intérprete jurado.
Generalmente, el papel de 80 gramos suele ser insuficiente y demasiado débil, mientras que él de 90 gramos tiene la textura adecuada para evitar que trasluzcan los sellos y el texto impreso. En cualquier caso, no resulta conveniente imprimir las traducciones en ambas caras, salvo que se quiera expedir un documento al estilo de los notarios, dentro de una carpeta o de forma encuadernada.
Una alternativa al papel común es el uso de papel timbrado, pero éste tiene un coste elevado, ya que como mínimo está provisto de pólizas impresas de 5 céntimos de euro. Tiene la ventaja adicional de que lleva numeración continua, lo que impide cualquier intento de falsificación o sustitución de texto, pero ello hace también necesario que la certificación del intérprete jurado indique exactamente la numeración de los folios utilizados para expedir la traducción.
Un método igualmente seguro es la encuadernación de las traducciones junto a la copia del documento original. Existen diferentes tipos de encuadernación, siendo él de anillas el más práctico, porque muchos clientes necesitan copiar las traducciones y así resulta más fácil dar la vuela a las hojas, mientras que si se usan cordones y precintos, el deshacer la traducción supone estropear el precinto e invalida, en el fondo, la garantía de inviolabilidad de la traducción jurada. Eso sí: La encuadernación con cordones es vistosa y da al documento un aspecto muy profesional y valioso.
La presentación más sencilla es la de la grapa cubierta con un clip de aluminio que permite doblar la esquina del documento (siempre que sea de pocas páginas) o el uso de remaches metálicos especiales para documentos que unen las hojas sin que éstas puedan ser separadas sin romperlas, pero es un sistema bastante costoso por tener que disponer de un aparato especial, al igual que ocurre con la encuadernación con anillas.
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