sábado, 22 de octubre de 2011

Breves reflexiones sobre lo que los clientes pueden (o quieren) permitirse

El otro día me contaba un amigo y colega de profesión que una agencia del Reino Unido se había puesto en contacto con él para ofrecerle una traducción de carácter más o menos general por 0,06 € por palabra (no se sabe si de origen o de destino), dado que, al ser la primera colaboración de la agencia con el cliente final, el presupuesto no era muy generoso y ese precio era el máximo que el cliente se podía permitir (sic). El mensaje concluía preguntándole a mi amigo si podía aceptar esa tarifa para una primera colaboración. Al instante empezaron a brotar y bullir en mi mente varias ideas y reflexiones:
  • ¿Por qué el hecho de que sea una primera colaboración implica que el presupuesto sea poco generoso? No veo la relación. En mi opinión, que el cliente no quiera o no pueda pagar más es independiente del hecho de que sea la primera, la segunda o la enésima colaboración. ¿O es que acaso el cliente considera que debe pagar menos por el servicio porque, como nunca antes ha trabajado con la agencia, no tiene la garantía de que el resultado será bueno? Señor cliente, si eso es lo que piensa, sepa usted que el servicio y el esfuerzo necesario para llevarlo a cabo son los mismos siempre, por lo que es de recibo pagar el precio que corresponde y no andar racaneando por si las moscas. Es más, en todo caso habría que pedir una tarifa más alta, dado que al ser un cliente nuevo será preciso invertir más tiempo en organizar el método de trabajo, definir sus necesidades y preferencias y, en definitiva, acostumbrarse a él y sus encargos.
  • Por otro lado, si se trata de la primera colaboración del traductor con la agencia, ¿por qué este habría de hacerle el favor de rebajar (considerablemente) su tarifa para un primer encargo? Personalmente, yo haría eso por un buen cliente con quien lleve tiempo trabajando o, si acaso, por un proyecto apetecible que me interese aceptar, pero no por un encargo normal de un cliente desconocido que me prometa expresa o subliminalmente que habrá más trabajo en el futuro. A saber si en el futuro acepta mi tarifa completa o vuelve a pedir descuentos.
  • Dicho todo lo anterior, debo confesar que la parte del mensaje que más me gusta es que «ese es el máximo que el cliente se puede permitir». Pongamos un ejemplo peregrino, pero sumamente ilustrativo: si yo solo me puedo permitir gastar 8000 euros en comprar un coche, ¿se me ocurre ir a un concesionario de Porsche con la esperanza de que, como es el primer coche que compro, me rebajen el precio para ajustarse a mis necesidades? Digo yo que será el cliente el que tendrá que ajustar su presupuesto a la oferta del mercado y no el mercado el que tiene que ajustarse a los cuartos de los que dispone el cliente. Y dado que hay traductores que trabajan por 0,06 € (e incluso menos), ¿por qué no recurrir directamente a ellos en vez de andar perdiendo el tiempo regateándole las tarifas a un traductor que cobra más? Además, siempre me ha parecido poco serio que el cliente establezca de entrada la tarifa que está dispuesto a pagar en vez de preguntar por las tarifas de varios traductores y escoger al que más le convenga en función de su presupuesto, o bien intentar negociar con el que más le interese para llegar a un acuerdo. Así es como funciona la cosa en el mundo normal: el proveedor pide un precio y el cliente decide si compra o no compra, o si intenta negociar para obtener una rebaja; en el mundo paralelo de los traductores, es el cliente el que dicta el precio que va a pagar y el proveedor tiene que decir si acepta o no acepta la oferta. Absurdo.
    Por otro lado, dice la agencia que 0,06 € por palabra es el precio máximo que el cliente se puede permitir. ¿Hemos de entender, pues, que la agencia no va a cobrar ningún suplemento por su intermediación? Porque si 0,06 € es lo que el cliente puede pagar y esa es la tarifa que se le va a pagar al traductor… Algo me hace sospechar que 0,06 € es en realidad lo que la agencia, y no el cliente final, se quiere permitir.
Ojo, no estoy entrando a valorar si la tarifa de marras es alta o baja; simplemente he querido plasmar una serie de reflexiones sobre el modo en que suele funcionar la negociación entre el traductor y el cliente (agencia) y sobre las prácticas que, por algún motivo que no alcanzo a comprender, se han instaurado en nuestro sector.



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