Eos es uno de los mitos griegos más interesantes, tanto por su importancia en la concepción del universo como por el legado pagano al cristianismo
Mencionada por los poetas Homero y Hesíodo, Eos es la diosa de la aurora en la mitología
griega. Hija de Hiperión (el fuego astral) y Tea (diosa de la vista) es una descendiente del linaje de los Titanes, y una de las pocas diosas preolímpicas con preeminencia posterior.
Eos, o “la de sonrosados dedos” según Homero, es hermana de Helios (el sol) y Selene (la luna) y se suele representar como una mujer muy bella y melancólica subida a un carro tirado por caballos, abriendo las puertas del infierno y precediendo la salida del sol en la mañana.
Amores
Fruto de su unión con Astreo, es la madre de los cuatro vientos: Bóreas, Céfiro, Euro y Noto, así como de los planetas y Eósforo, el lucero del alba.
Afrodita la descubre en brazos de Ares y la condena al enamoramiento constante, por lo que son numerosas las referencias a los amantes de Eos, como Ganímedes, Céfalo, Deucalión, Orión o Titono. Este último es el protagonista de uno de los mitos más bellos de la mitología griega: Eos se enamora perdidamente del mortal Titono, hermano de Príamo, por lo que ruega a Zeus que le conceda la inmortalidad pero se le olvida pedir la juventud eterna para su amante, por lo que Titono envejece cada vez más. Cuando Titono es un viejo totalmente decrépito, Eos lo convierte en un grillo. Así, el grillo bebe cada amanecer las lágrimas de Eos (el rocío de la mañana) mientras canta repetidamente su deseo de morir. En otras interpretaciones, el rocío es Ersa, hija de Eos y Zeus.
La fatalidad en el amor es una constante en las referencias mitológicas a Eos: El gigante Orión muere a manos de Artemisa, Ganímedes es raptado por Zeus y llevado al Olimpo como copero y Céfalo se acaba suicidando.
Eos en el arte
Desde la antigüedad, Eos ha sido representada en sus tres principales vertientes:
- Fenómeno celeste: Desde el siglo V A.c., se la representa en cráteras y vasijas montada en un carro tirado por caballos como parte del ciclo diurno, siendo el tránsito entre la noche y el día. En el siglo XVII, el pintor italiano Guercino plasma esta misma temática en el fresco mural del Casino Ludovisi en Roma
- Eos enamorada: Sin lugar a dudas el aspecto más representado de esta divinidad es curiosamente el más humano, el rasgo de eterna enamorada condenada por la celosa Afrodita. Se representa a la diosa alada en el acto de raptar a uno de sus numerosos amantes. Existen abundantes muestras a lo largo de toda la historia del arte, desde las representaciones en los vasos áticos hasta las obras de todos los tiempos como “Aurora, diosa de la mañana y Titono, príncipe de Troya” de Francesco de Mura o “Céfalo y Aurora”, del pintor francés Nicolás Poussin.
- Eos madre: Fruto de su relación con Titono, Eos es madre de Memnón, que según se refleja en la Iliada, muere a manos de Aquiles. Aparece reflejado en ánforas áticas, tanto la lucha de Memnón con Aquiles contemplada por sus madres, Eos y Tetis, como Eos llorando la muerte de su hijo (Copa de Douris en el museo del Louvre)
El legado de Eos al cristianismo
El cristianismo, inspirándose en fuentes paganas, adoptó diversos mitos griegos y romanos adaptándolos a la nueva religión emergente. La adaptación de elementos paganos permitía una mayor facilidad en la adopción del cristianismo como religión a las gentes formadas en una cultura romana y griega. Dos son las aportaciones principales de Eos a este fenómeno: La figura de Lucifer y la iconografía de la Piedad, reproducida magistralmente por genios como Miguel Ángel.
Lucifer o “el portador de luz” es la adaptación romana del griego Eósforo (fósforo), hijo de Eos y Astreo. Ya se recoge en el Antiguo Testamento la figura de Lucifer o estrella de la mañana, hasta llegar a la acepción de Lucifer como ángel antes de su caída, y su posterior conversión en Satán.
Por último, la Piedad de la Basílica de San Pedro es una de las obras maestras de Miguel Ángel, en la que se representa una bellísima virgen sosteniendo el cuerpo de Cristo en una actitud serena a la vez que dolorosa, totalmente equiparable a las representaciones de los siglos V y IV antes de Cristo de la muerte de Memnón en brazos de su madre Eos. Esto nos demuestra que el encanto melancólico de Eos y sus diferentes facetas como diosa, mujer y madre han sido capaces de atravesar los siglos e influir en nosotros hasta nuestros días.
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